19.6.10

Capítulo 10

No sé, simplemente son formas de estar. El inframundo es así. Hay días en los que te tienes que revolcar en su fango y tragarte todo el lodo de quienes se arrastran en él. De repente te ponen ese muro de Facebook o esa cámara de televisión al frente y sabés que podés decir lo que se te venga en gana y vos lo decís. Te tenés que ceñir al libreto y, si no hay libreto, tampoco es que te podás tomar demasiadas licencias, pero vos te las tomás y no debería ser así; mejor que tengás que forzar tus palabras y tus principios y tus gustos y tus costumbres político-sociales al estilo de las costumbres político-sociales del programa de turno y entonces pensar, “¡Bah!” “Sólo es un programa”; “ellos se han tomado la molestia y la amabilidad de invitarme”; “por algo será”; “¿De que sirve dañar la buena atmósfera y la onda del momento?” “Para promulgar tus verdades?”. “Nada mas limítate a decir tu cosa, y le das un beso a la bella productora y te vas a casa tranquilo y mañana te levantás como si nada hubiera pasado”, te decís, “En pocos días todos habrán olvidado este difícil asunto”, Te repites. Pero no; salís a la calle, a comprar el pan y resulta que todos allí te miran de manera extraña, como si hubieras hecho algo, y te preguntan tu nombre sin razón y vos volvés a casa preocupado, pensando si todo de alguna manera está relacionado o no. Pasás por una vitrina de “Guess”, te ves reflejado en ella y decís: “Pero nada como aquella vez en que aquel camarógrafo de Telemundo te entrevistó y te insultó por tu forma de contestar las preguntas y, encima de todo, te puso dos días después en el hogar de 40 millones de hispanos en Estados Unidos, luego de que vos no hacías sino preguntarte por qué algunos periodistas se esfuman de la escena y envían a sus cámara-man para que ellos solos saquen adelante lo periodístico”. “Sí...”, Te dices, aquella tarde en la ciudad de Nueva York, estuviste a punto de gritar al cielo: “Dios mío” ¿dónde está el piloto?

Así es. Muchas personas que conozco se creen con el derecho de auto proclamarse escritores, porque tienen los contactos y creen que con solo salir en los medios basta. Pero, siempre habrá una gran diferencia entre ser un suertudo Bob Dylan y un ocasional Leonard Zelig. Ese otro factor X, aquel “touch” de magia, nunca se podrá conseguir ni en la tienda de la esquina, ni en los supermercados, ni mucho menos se podrá negociar con una simple llamada telefónica. El asunto es mucho más complejo. Si la fama no es algo que se persiga, el talento menos. Aunque lo de la fama es algo mas grave que el talento. Es en plan viceversa. La fama, como tus orígenes, es cazador detrás de la presa, que siempre te perseguirá. La fama llega. La fama se cuela por la ventana sin que vos podás hacer nada. Hagas lo que hagas, vivas donde vivas, si fuiste elegido, siempre acechará por ti. Pero eso sí: la fama nunca significará talento, olvídalo.

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